2008/06/12

Copper Man 3

Su cuerpo fue encontrado en 1899 en una estrecha grieta colapsada del distrito minero denominado La Descubridora, y que por estos días forma parte del mineral de Chuquicamata.
Mauricio Pilot, un ingeniero francés, dueño de una de las faenas más importantes de la zona, no titubeó en sacar partido a su descubrimiento, y luego de limpiar los escombros diseminados sobre el primitivo hombre, lo vendió a Edward Jackson, un conocido administrador de minas, según consta en una publicación de 1919 firmada por el cronista de la época, José Toribio Medina.

Un año después del descubrimiento, el empresario minero José Toyo adquirió el cuerpo momificado en 1.000 pesos en sociedad con Edward Jackson, con la idea de dividir las ganancias que obtuvieran de su exhibición tras una gira por el país.

Tiempo después, Jackson la vendió en 15.000 pesos chilenos a la sociedad Torres y Tornero, suma que pagarían en tres meses.

En ese lapso, Torres y Tornero llevaron la momia a Estados Unidos y la presentaron en la Exposición de Buffalo. No pudieron venderla porque pedían mucho dinero. La prolongada permanencia en el país del norte los hizo endeudarse con la casa Hemenway de Nueva York, que les embargó al Hombre de Cobre, regresando sólo gracias a que el cónsul chileno le pagó los pasajes.

Después de no haber recibido un peso, Jackson intentó recuperar la reliquia, encargando la tarea a Raimundo Docekal, ciudadano antofagastino que viajaba a Estados Unidos. Así le dio un poder y US$ 500 en oro. El buque en el que viajaba naufragó en el Estrecho de Magallanes, pero Docekal pudo llegar a Nueva York, pagó la deuda de 10.000 pesos chilenos y vendió la momia sin darle un centavo a su dueño.

Finalmente, en 1905, la momia del minero fue donada por J.P. Morgan al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. Desde entonces, el Hombre de Cobre se exhibe en el salón dedicado a las culturas de América del Sur.

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