2007/12/18

Diario de Darwin en su viaje a Chile

13 de julio de 1834.-Por la mañana partí para los salitrales, que distaban 14 leguas. Habiendo subido las montañas de la costa por un sendero arenoso en zigzag, no tardamos en dar vista a las minas de Guantajaya y Santa Rosa. Estas dos aldehuelas están situadas en las bocas mimas de las minas, y por tener las casas dispersas en las abruptas y áridas alturas presentaban un aspecto más destartalado y triste que la ciudad de Iquique. No llegamos a los salitrales hasta después de puesto el Sol, habiendo cabalgado todo el día por un país ondulado que era un completo y desnudo desierto. el camino estaba sembrado de los huesos y pieles desecadas de las bestias que en él habían muerto de fatiga. Con excepción del Vultur aura, que se alimenta de carroña, no vi otra ave alguna, ni cuadrúpedo, ni reptil, ni insecto. En las montañas de la costa, a la altura de unos 2000 pies, donde en esta época del año el cielo está cubierto de nubes, crecían algunos cactus en las hendiduras de las rocas, y la arena aparecía tapizada por un liquen ralo, que apenas se adhiere a la superficie. Esta planta pertenece al género Cladonia, y se parece algo al liquen de que se alimentan los renos. en algunas partes era bastante espeso para dar a la arena un tinte amarillo pálido, visto desde lejos. Más al interior, durante la jornada entera, de 14 leguas, no vi más que otra planta, y fue un menudísimo liquen amarillo que crecía en los huesos de las mulas muertas. En mi vida había visto un desierto tan digno de ese nombre, en el sentido riguroso de la palabra.

[Diario de un naturalista alrededor del mundo. Charles Darwin. Editado por elaleph.com]
[Imagen: Dos ejemplares de Vultur aura en el puerto de Antofagasta. Connie Mendoza, 2007]

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