2007/11/21

Muestra de roca lunar

Quiero contar ahora las rarezas y maravillas que observé durante mi estancia en la Luna. Lo primero es que los selenitas no nacen de mujeres, sino de los hombres. Porque los matrimonios son entre varones y ni siquiera conocen el nombre de mujer. Hasta los veinticinco años cada individuo actúa como esposa, y a partir de éstos como marido. No se quedan preñados en el vientre, sino en las pantorrillas. Cuando el feto es concebido, empieza a engordar la pierna y, al pasar el plazo de tiempo, la abren de un tajo y sacan los fetos muertos; pero los colocan de cara al viento con la boca abierta y recobran la vida. Me parece que de ahí les vino a los griegos el nombre de "pantorrillas" (vientres de piernas = gastroknemías), por transportar allí el embrión en lugar de en la barriga.

Pero voy a contar otra cosa aún más gorda que ésta. Hay entre ellos una raza de hombres, a los que llaman "arbóreos", que nacen del modo siguiente: rebanan el testículo derecho de un hombre y lo plantan en el suelo, y de él nace un árbol altísimo, carnoso, como un falo, pero tiene además ramas y hojas y sus frutos son bellotas del tamaño de un codo. Cuando ya están maduras, las recolectan y, destrozándolas, extraen a los hombres de esta clase. Además tienen sus órganos sexuales artificiales: los unos los tienen de marfil y los pobres de madera. Y con ello tienen relaciones y fecundan a sus cónyugues.

[Fotografía de una muestra rocosa extraída del Valle de la Luna, 10.09.2007, 19:45 UTC ]
[Luciano de Samóstata, Viaje a la Luna. Relatos verídicos I (1-30)]

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